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Autor : Danny Garay | Publicado el : junio 17, 2016 | Etiquetas :

Sola en la oscuridad

Segunda revisión


La niña lloraba y lloraba, no había nadie alrededor y sus llantos se adentraban en la oscuridad de la noche sin recibir respuesta alguna. La temerosa niña no se movía de donde estaba: debajo del único farol de la calle que estaba encendido. 

—Mami… wuaaah… papi… 

Pasaba el tiempo y la niña no encontraba consuelo. 

—Quiero ir a casa… 

Ella no sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí. Llevaba llorando desde hace una hora, sin embargo la niña estaba perdida por más tiempo. 

Sus ojos enrojecidos se secaron y su sollozo fue enmudeciendo, luego se fue a acurrucar al poste del farol y cerró sus ojos. 

El gélido viento le acariciaba su blanca piel haciéndola encogerse más y el incesante sonido de los grillos la obligaba a estar despierta. Ella temblaba de frío y de un temor que crecía con cada minuto que pasaba. Su respiración se escuchaba entrecortada. Frecuentemente suspiraba y repetía: 

—Mami, papi, vengan… 

Media hora después todo estaba en silencio y la noche no parecía que fuera a terminar pronto. 

*tac* *tac* *tac* 

Minutos más tarde el temor de la niña se convirtió en terror al escuchar claramente el sonido de garras golpeando el asfalto.  

Algo se acercaba a ella lentamente, entonces la niña se levantó súbitamente y el tenebroso silencio reinó de nuevo.  

La niña no sabía qué hacer, quería correr, pero su fobia a la oscuridad le impedía moverse del lugar iluminado, en ese instante de duda, dos puntos rojos se iluminaron frente a ella. Su cuerpo se paralizó al escuchar como el sonido de las garras se reanudaba junto a un gruñido que terminó por erizarle la piel de una manera de la cual el frío no era capaz. 

La criatura que gruñía asomó su hocico al umbral de la luz a la cual la niña se aferraba. Éste tenía el pelaje negro y un par de ojos rojos que brillaban tenebrosamente. Sus fauces se encontraban abiertas, listas para morder, pero no avanzó un paso más. Aquella criatura infernal detestaba la luz. Al parecer quedarse bajo el farol fue la decisión más acertada para la niña, a pesar de eso la criatura no tenía intenciones de irse.  

Ella siguió inmóvil, gimiendo aterrorizada, minutos después escuchó el resurgir de garras golpeando el asfalto. Otra criatura se estaba acercando. 

Las lágrimas rodaron nuevamente por las mejillas de la niña. La luz del farol empezó a parpadear, su horrible fin parecía estar cerca. 

Las fauces de la criatura se abrieron y justo cuando ella estaba a punto de romper en llanto, el tenebroso ser se alejó, luego se escucharon algunos ladridos, gruñidos, y al final, sonidos lastimeros que se iban haciendo cada vez menos audibles.
El silencio reinó una vez más. Una nueva criatura se acercó a la niña, sin embargo lo que apareció frente a la pequeña... 

Resultó ser su salvación. 

Se trataba de su perro, la niña abrió sus grandes ojos y luego se los restregó para asegurarse de que no fuera una ilusión, pero allí estaba, su fiel mascota, con la lengua por fuera y clavando sus ojos en los de ella, al mismo tiempo que agitaba su cola. 

Le tomó un tiempo reaccionar, con los ojos vidriosos, fue a abrazar a su perro y su llanto sonó una vez más en aquel desolado lugar. 

Ella lloraba de alegría. El terror que le invadía se esfumó. 

De improviso la noche terminó, la luz del farol que protegía a la niña se apagó por completo, el sol se asomaba por el horizonte y ella, después de secarse las lágrimas dijo: 

—¡Vamos a casa, Haku! 

El perro asintió con un ladrido, le lamió la mano y se dispuso a guiar el camino a casa. 

La niña caminaba alegremente siguiendo a su mascota, se sentía feliz, ya que pronto podría reencontrarse con sus padres. Volvería a jugar al caballito con su papá, comería lo que cocinara su madre, al fin dormiría plácidamente luego de jugar con su perro…  

Haku. Él era su mejor amigo y a la niña le parecía sorprendente que haya logrado llegar hasta ella, en medio de la noche. Sin duda se trataba de un perro valiente. 

Los dos siguieron caminando por un buen rato, Haku no desviaba la mirada, aunque de vez en cuando se giraba para ver a su ama, y ella le acariciaba la cabeza mientras le decía lo tanto que lo quería.  

Fue un viaje largo, caminaron en línea recta por la acera, sin ver a ninguna persona cerca, de alguna manera, la niña se sentía inquieta una vez que empezaba a recordar el lugar por donde estaba pasando, eso quería decir que ya estaba llegando a su destino, no obstante… esa inquietud dentro de ella crecía… 

Al fin, la niña vio la fachada de su casa, dudó por un momento entrar a la casa que estaba abierta. Escuchó a Haku ladrar un par de veces y luego la pequeña decidió entrar, su fiel mascota le siguió el paso. 

Al adentrarse, vio que había mucha gente alrededor, con caras tristes y vestidos de negro, un color que le asustaba, el negro de la oscuridad y de la muerte… 

Ella se quedó inmóvil, observando atentamente a todos lados, buscando a sus… 

—Oh, ¿ese no es el perro de la familia? —alguien preguntó. 

—Sí, es él, al parecer se había desaparecido por algunos días —contestó otro. 

—Papá… mamá… —dijo la niña con voz apenas audible, su cuerpo estaba temblando y el corazón se le estaba acelerando—. ¿Dónde están? 

La niña siguió adentrándose en la casa con pasos lentos y temerosos, entonces su vista se enfocó en una foto rodeada de flores… 

—No… —la niña se estremeció. 

Ella se vio a sí misma en la foto. 

—¡Estoy aquí!—dijo la niña, conteniendo las ganas de llorar—. ¡Estoy aquí! 

Pero todos la ignoraron. 

—¡Alicia! ¡Mi Alicia! 

—¡Mamá! —la niña se giró al escuchar la voz de su madre—. ¡Mamá! ¡Ya regresé! ¡Mamá! 

Pero la madre lloró sin escucharla. 

—Ya querida —habló el padre de la niña, consolando a la desamparada mujer—, ella ya se fue… 

La niña corrió donde estaba su madre, para abrazarla, para que se diera cuenta que estaba allí, para que dejara de llorar, pero al final… 

Ella lo comprendió, ya no tenía que estar sufriendo, era tiempo de partir. 

Alicia acarició por última vez a Haku, el perro que salvó su alma cuando ella se encontraba sola en la oscuridad.